Cómo juzgar lo que
no te corresponde establecer dentro de esos límites que se abalanzan más allá
de una jugada de vida o muerte. Cómo aprender lo que está escrito sin la
posibilidad de llevar más allá el entendimiento. Y cómo pensar en el
crecimiento sin la mínima gota de apacible construcción de tibieza humana. Cómo
responder a la soledad, cuando se pega a la vestimenta de esa manera. Cómo
encarar el vacío en el alma cuando se te esconde en la profundidad oscura del
bolsillo. Cómo hacerle frente a la desesperada necesidad de abarcar más allá de
lo que te corresponde. Cómo hacer que la gente deje las tangentes en la
conversación y encare lo que necesita encarar como es debido y como es
apropiado. Cómo haces para abandonar el cuerpo que te contiene inmune a todo
sentimiento, cómo hacer para desprenderse de la cavidad que amontona sombras en
el olvido. Cómo desligarse de las vestimentas empolvadas y desgastadas por el
mal uso de la palabra. Cómo sincerar con la persona que más te importa, esa que
levanta los más altos y gloriosos sentimientos en el fondo de la coraza de
metal oxidado. Cómo hacer. Cómo
debatirse con la posibilidad de llevar el cuerpo, más lejos de lo que nadie lo
ha llevado, al punto más intoxicante y verdadero; puro; y así, dejarlo vagar a
la libertad de la materia, que lo iluminado y lo ensombrecido se junten
armoniosamente en una sola entidad. Cómo hacer para que lo aprendido en los
años se retenga en la memoria colectiva; que se haga la luz del conocimiento y
de la certeza de que, en lo inmenso, se encuentra la verdadera energía que nos
mantiene juntos. Que en lo inmenso se juegan las verdaderas cartas del destino,
que ahí se concentran las almas de la gente, que el poder no es el puño, si no
la invisibilidad yacente en los corazones, en las verdaderas y largas noches de meditación. En las
cabezas, en los cuerpos, en las almas, en la luz que se alberga en el corazón.
En ese aroma humano que se puede respirar en las rocas y en la tierra, cuando
éstas no han sido todavía devoradas por actos inconscientes de desamparo y
vacuidad espiritual. Cómo hacer para que las amistades no se desgasten y
florezcan cada vez que se habla de sentimientos empáticos, que se nutran de la
compasión mutua y del bienestar ajeno. Cómo lograr que las sociedades encuentren
el equilibrio necesario para vivir en paz los unos con los otros. Cómo
conseguir derribar las barreras que separan las posibles comuniones que surgen
del contacto. Cómo enlazar las vibraciones que se producen en los pequeños
actos de solidaridad. Cómo sostener el
ritmo de las miles de vidas que giran alrededor nuestro. Cómo generar armonía a
partir de comportamientos y actitudes que se basan en el respeto y la
comprensión. Cómo levantar edificaciones invisibles de valores intrínsecos en
la manera de ser con el otro. Cómo llevar adelante proyectos que piensen
sobretodo en el que necesita ser escuchado. Cómo seguir adelante sin dejar a
nadie atrás. Cómo conseguir equidad en la marea que persigue. Cómo derrotar.
Cómo vencer en la búsqueda de más y mejores lugares en los cuales ser más
humanos. Cómo arrancar una rosa que se marchite sólo con la falta de cariño y
calor humano. Cómo lograr que sólo haya
una profunda vastedad de buenas vibraciones que conecten las vidas en la gran
inmensidad.
Por favor que alguien me diga…Por favor que
alguien me diga…
Santiago Contreras Soux, Diciembre 2010
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