ARTES VISUALES, ARQUITECTURA, LITERATURA, PENSAMIENTOS

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Trabajo multidisciplinar para construcción de obra y discurso.

lunes, 24 de febrero de 2014

CARTA DEL PODER



El Poder se lo gana, se lo trabaja, se lo quitas a otros. Como en un juego de ping pong, salta de un individuo a otro, muy parecido a una luciérnaga. Si logras atraparlo es para conservarlo por poco tiempo, ya que no le gusta nada permanecer estático. Sabes, de todos modos, en el fondo, que el Poder que has adquirido también te ha adquirido a ti. Le ha gustado escoger sus presas desde el principio de todo, las selecciona meticulosamente, una por una, hasta que por fin se decide por una. A ti te escogió el 15 de noviembre de 1997, una noche cálida, estrellada. No te hagas al loco, porque sabes qué es lo que pasó ese día. El Poder, como te decía, se aferra a las personas de una manera bastante cruel. Una vez que te tiene entre sus garras cortantes, empieza a succionar, uno por uno, todos los valores que te quedan, hasta que ya ha tenido suficiente (aunque él dice que nunca es suficiente) y se retira para buscar un nuevo cuerpo del cual alimentarse. Los valores y la ética le fascinan, lo vuelven loco, se derrite por conseguir una dosis, por más pequeña que sea, de esas sustancias.
Dicen que nadie lo puede ver, pero el Poder, según lo he podido constatar, es sólo una silueta deforme, inhumana, bestial, que cambia de expresión. A veces lo veo detrás de la gente, imitando sus sombras. Otras, lo encuentro sentado en una banca. Pero lo más usual es que lo vea colgado de los pies de los “poderosos”, haciendo lento su paso por las calles. Al Poder, y esto debes tenerlo muy en cuenta, le fascinan las mujeres con faldas cortas; a veces logra atraparlas y se introduce en ellas por ese lugar que te encanta, sabes de qué lugar hablo, no te hagas al inocentón; luego les llega más arriba y poco a poco les va quitando el color de los ojos. Claro, nadie se da cuenta de eso. En otras ocasiones, el Poder se disfraza de proyecto político, de estado de sitio o incluso de estado de violencia. Dicen las malas voces que, en la Segunda Guerra, estaba de moda tomar por apariencia algunos elementos del cuerpo de sus receptores. Se dice por ahí que tomó la forma de un bigote negro.
          Ese día te escogió, no sabes aún cómo; pero se posó en ti, tentador, corruptor, y te sedujo. La manera en que logra seducir a las personas es inexplicable, pero siempre lo logra. Poco a poco te fue alejando de tus seres queridos, haciéndote buscar excusas en la búsqueda de más canales para tus propios deseos. El Poder siempre ataca primero los deseos, no precisamente los más buenos o humanos, pero siempre encuentra la manera de hacerte desear más de lo que ya tienes o necesitas. Los maneja muy bien para poder influenciar en sus víctimas, confundirlas. Los deseos son parte del abanico de ambiciones, tentaciones y otros artilugios mecánicos que utiliza para ingresar en tu cuerpo. Desde ese día has buscado la atención de los demás, ya no te interesa su aprobación. Usas el miedo como un arma pulida por el Poder (tiene un afilador impresionante en su cocina).
Así pues, empezaste a tener otros pensamientos, a buscar preguntas dentro de tu coraza para hacerte sentir mejor contigo mismo; como víctima, tu autocompasión era más grande (otra táctica del Poder). Los sueños se hicieron cada vez más ambiciosos y los caminos cada vez más complicados para llegar a ellos; más difíciles de cumplir sin antes dañar los sueños de los de tu alrededor. Si había que pisotearlos y dejarlos marchitar en el suelo, se lo hacía nomás.
Todas las cosas ajenas a tu mundo se tornaron distantes, las veías a través un enorme telescopio desde otro planeta, encerrado en una cabaña que ya nadie ha podido tocar. Pero, y tengo que decírtelo, el Poder se aburre fácilmente, te abandona y, cuando se va, dedica toda su voluntad en hacerte hundir, como insecto, en tu propia mugre. No te preguntes después a dónde fue a parar la suerte, que al Poder también le gusta coleccionar la suerte de sus receptores en pequeñas vasijas de oro. Sí, oro, me has oído muy bien. El Poder también cobra impuestos por su trabajo sucio, impuestos muy caros. Es un gran alquimista. Por eso, no te preocupes, que no te hará pagarle en oro; lo que te quita lo convierte en oro, del más brillante.
Y con el paso de los años has dejado de ser feliz y espontáneo, te has convertido en una máquina que se dedica a producir para el Poder. Tú no lo sabías hasta ahora, por eso te resulta extraña esta carta, pero poco a poco te irás dando cuenta de que lo poco que te queda de virtud se evapora con el sol de las mañanas. La tristeza te empezará a corroer el alma, si es que la vergüenza y la culpa ya no lo han hecho para este día nefasto, en el que te arrepientes de haberte dejado abordar por el Poder, ese bicho raro tan seductor. Poco a poco irás perdiendo la fuerza y el ímpetu, tratarás inútilmente de sujetarte de los restos de ese barco hundiéndose que es tu vida y vas a desear que alguien llegue a rescatarte. En ese momento te darás cuenta de que ya no queda nadie alrededor. Estás sumergido en un vacío de soledad. Tu aislamiento será definitivo, catastrófico, inevitable. Les ha pasado lo mismo a todos…
Pero llegará el día 19 de Mayo y al Poder le va a dar ganas de irse con otra, sí con otra.
Sí me voy con otra, no te sorprendas, es seguramente lo último que puedo hacer por ti, mi pequeño Jorge. Es, digamos, un memorándum que tenía que mandarte, ya que fuiste mi mejor estudiante (sin darte cuenta de ello, obviamente). Así pues, debo despedirme, me quedan unos pequeños detalles más de los cuales encargarme para que tus últimos actos desesperados por mantenerte a flote en el poder sean lo más hermosos y poéticos posibles. Es siempre bueno acabar con una situación irónica. A veces hace que la gente te recuerde por más tiempo, aunque al final terminan olvidándote y olvidando el poder que tenías. Eso que ustedes llaman poder, pero que ni se le acerca.
Atentamente,  se despide:
El Poder.
La silueta, vista por nadie, se marchó de la oficina oscura del Presidente y salió a la calle. Afuera, el cerco  violento había empezado.





Por: Santiago Contreras Soux. Mayo 2009.

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