Dramáticamente apareció. Él, el inconcebible. El que no duerme ni
descansa; el que se levanta todas las mañanas añorando ser descubierto por el
mundo. Su nombre es Eustaquio. Ha nacido un día soldado de verano, y ha vivido
como soldadito salido de cuartel. Su convicción lo hizo cometer una serie de
abruptas peticiones al mando general para que lo dejen servir en la frontera.
Dramáticamente, apareció una
noche de verano. Con una vicuña en mano y un fusil en otra. Con un cigarrillo
en la boca y una gorra en el bolsillo. Todos lo miramos desde una esquina, al
Eustaquio, desfilar virilmente con sus botas recién pulidas minutos después de
salir de la camioneta.
“Buenos días mi teniente”
“Cállese idiota. No se le ha
dirigido la palabra”
Siguió caminando, batiendo su cuerpo,
como si fuera gelatina. El pobre idiota, no sabía lo que es vivir en la
frontera.
Lo vimos, después, desvanecerse
en el fondo del pasillo. Que vergüenza. Nadie le dijo que iba a resultar así.
Lo sucedido en la frontera es un secreto de estado,
queridísimo López. Al Eustaquio parece que lo han asesinado la noche pasada
entre todos los soldados, ¡puta, la que los que los parió, no sabes lo mal que
se va a ver esto! Ya deberían estar colgando de uno de los postes de la cancha
esa que se han conseguido.
Nacido de las lágrimas de una madre que pedía a gritos que los segundos
sean más rápidos. Llevado por senderos sin fin, hasta que al final alguien se
paró a verlo. Alguien con el valor para confrontarlo. Miró a su alrededor mientras
el polvo se expandía en la planicie. Vio el sol y las montañas de arena. A lo
lejos… ya nada se veía. Entonces entendió, lo que siempre le negaron…
No se preocupen por la limpieza,
estamos acá para servir al Gobierno, para evitar que los chilenos nos invadan,
estamos para prevenir a la nación del
peligro de la guerra. Estamos acá para ser los hijos de puta que ponemos
nuestro culo en vez de los que no hacen nada. Tenemos ante nosotros una de las
más importantes misiones que un ser humano puede tener, debemos defender a los
cabrones que nos han puesto en este estúpido yermo. No lo nieguen carajo, somos
el mal sabor de la patria. Los fronterizos.
Desde ese día obedecimos todas
sus órdenes y no dejamos de hacerlo hasta el día que murió…
“Las diferentes
realidades me agobian y me desnudan. No entiendo los caminos que me llevan a
crecer. Nuestra situación no está como para que yo los deje abrirse al desierto
helado en el que residimos.
La culpa me carcome. Yo se que esto es totalmente
culpa mía. El error se vuelve a repetir. Vuelve a suceder y vuelve a caerme
como un balde de agua fría.
De un día para
otro he dejado de ser el soldado, motivo de orgullo para sus papás y me
convierto en algo que no quiero ser. Si hay algo que me saca la mugre es volver
a ensuciarme las manos con el polvo del olvido. La historia se vuelve a contar,
en un infinito dolor, dolor por mi soledad.
Y aún así ellos me van a perdonar, pero siempre voy a
ser el hijo de puta que los mandó al infierno.”
Y aún así lo hizo, lo hizo sin titubear. Todos fueron mandados a la
misión de encontrar la debilidad del otro y pronto comprendieron que el día que
él apareció su destino fue sellado.
Nos han llegado nuevas noticias del sur mi general,
parece ser que los soldados también murieron. En la fuga todos murieron. Han
encontrado sólo las ropas y algunas…
Memorando Número 349592012
El cuerpo de Eustaquio Flores (38), ha sido encontrado
en la sala común de Fortín Fin del Mundo a horas 15:30. El fallecido llevaba 3
semanas sobre el piso. Las heridas que causaron la muerte son aún desconocidas.
El cuarto entero estaba cubierto de sangre.
Los restos de los soldados 31320
31321
31322
31323
Han sido encontrados a 13 km . del Fortín. Sólo se
logró recuperar sus cabezas y los brazos. Todo lo demás ha desaparecido.
¡Ayy che! Grave había estado la cosa en la frontera.
Dile al López que mande a un nuevo regimiento a la frontera y que ellos se
ocupen de esto…
Y así desaparecieron. Y así dejaron…
No se los olvide… se los entierre en el polvo y el resto de los días.
Lloran en la eternidad del desierto.
Consumidos por el odio.
Se mataron unos a otros y se cansaron de mirar el sol. Quince, veinte
años desde que Eustaquio apareció en aquellos parajes, quince años en el medio
de la nada. Lloraron por la nación, rogaron por la paz. La inminente muerte que
los apretaba contra el piso. La comida con sabor a herida en el fondo del
arrugado estómago. La súplica de morir contento. El deseo de ser el último en morir. Uno por uno los fue
enterrando. Hasta que no quedó ninguno,
hasta que el desierto ya no cabía en la mente.
Los despedía a los cinco… Las cabezas… Las cabezas, le dijeron, las
guarde para los familiares, para los visitantes…
Y se quedó solo, Definitivamente solo. Atrapado en el vasto mar de
arenas heladas.
Sentado esperó días a que le toque, y no llegó… Esperó semanas y no
llegó…
No se preocupe mi teniente, la
muerte ya va a llegar por usted. El día que usted se aparezca repentinamente en
su posada…
Tres semanas en la frontera. El cuerpo del teniente
fronterizo Eustaquio Flores será transportado hasta La Paz el día 25 de Junio. Favor
presentarse en el cuartel a 15:30 horas…
Lo despidieron.
Santiago
Contreras Soux, Junio 2007
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