1. La noche que los sueños
despertaron llovía a cántaros. El valle se extendía largo y profundo a sus
pies. Detrás de ella, la imagen petrificada del cementerio.
2. Todas las noches se sentaba en su
silla verde y contemplaba el valle. Sentado en su silla verde, miraba más que
la mirada. Ya era un frágil ser. Ya casi no podía caminar. Hasta que un día
volvió a tocar la tierra.
3. Su labor consistía en llevar el
ganado de un extremo al otro del valle por senderos angostos, atravesando
varias veces el río. Ese día, la mitad de sus ovejas desapareció.
4. Jugaba en los campos con la
libertad de los vientos. Se llenaba de barro los bolsillos y el cabello. Se
zambullía en las pozas y en los estanques. Pero ese día, el agua pudo más que
él.
5. Se preparaba todos los días para
ir a misa, que empezaba todas las mañanas a las 10:30. Eran las 10:31 cuando
ocurrió.
6. Cuando salió de su casa,
completamente rabioso, se topó con un abuelito. Se chocaron y el viejo cayó. El
hombre, arrepentido de su violencia, ayudó al anciano a pararse y le pidió
perdón. Luego sucedió. Todo acabó.
7. Él preparaba los ajíes. Los
cargaba por la calle para llevarlos a la plaza. Oyó los susurros. Vio los ojos
de su madre rascando su cara. Y tuvo que pasar.
8. No pudo dormir, tenía pesadillas.
No pudo dormir. Tenía miedo. Ese día no salió de la cama. Estaba indispuesto. Sonaron
las puertas y no se oyó más.
9. Se afeitaba y se ponía a reír. Se
bañaba y lloraba. Se vestía y hablaba. Vivía solo. Esa noche la volvió a ver.
10. Sus sonidos eran mágicos, pensó.
Sus olores magníficos. Y su cabello era brillante y cálido. Esta vez ya no pudo
despedirse, ni en una carta.
11. Cuando obtuvo el cuadro, no lo
pudo creer. Era muy lindo. Ese día, lo primero que sacó de su casa fue el
cuadro. Habían pasado quince años.
12. Él la veneraba. Esa noche estaba
frente a su puerta dispuesto a decirle todo. Pero sólo encontraron su cuerpo
enterrado en el barro, ya sin vida, pero con las palabras todavía en la boca.
13. Rasgó sus paredes para poder
escapar. Ella y su hijo estaban atrapados. Afuera, rugían las piedras y el
agua. No lograron huir.
14. Estaba parado viendo el
atardecer. Desde su balcón se percibía toda la grandeza de los cerros y serranías.
Esa noche, todo se nubló y desvaneció en el lodo.
15. En ese momento se estaba lavando
la cara para poder salir a buscar a su amada. Le había preparado unas hermosas
flores. Nunca perdieron su color.
16. El nuevo vecino se regocijó
antes de salir de su casa. Los del lado lo habían invitado a una comida. Iba a
estar la Luisa. Se puso su mejor ropa.
Nadie lo pudo encontrar.
17-31. Se habían preparado para
jugar fútbol. Los equipos estaban completos. Los seis del López y los seis del
Mamani. Hubo una gran pelea entre todos, pero se arreglaron. Al final sólo se
veían los travesaños sobresaliendo de las piedras. Quedaba el barro y el olor a
muerto.
31-40. Sus hijos y su abuela habían partido a
la misa. Pero se quedaron a comprar naranjas en la tienda de doña Luisa. Sólo
los escombros de la casita hermosa pudieron encontrar. En el fondo, el eco del llanto
de una niña.
41-42. Ellos se amaron, se amaron
mucho y muy bien. En las arrugas de su vida se amaron. En la pobreza de sus
techos se amaron. Se amaron por sobre todas las cosas. Bajo los escombros se
amaron.
43-69. Debatían. Argüían. Gritaban.
Se repartían los dineros. Su ambición era grande e indomable. Su convicción
ahora menguaba. Ya no eran los mismos de antes, los que prometieron y que
deseaban cumplir con su palabra. No, ahora sus vidas habían perdido sentido.
Todos estaban juntos en asamblea, con algunos hijos y esposas.
70. El portero de la asamblea se
encargaba de recibir a los jefes de la comunidad. Todos los jefes familiares
asistían a estas asambleas. Venían de todos los rincones del vallecito. Él no
sabía los nombres de todos ellos. Pero era una reunión privada, para los jefes
de la comunidad.
71. Vivía en la torre. Salía todos
los días al pueblo y compraba los enseres del padre. Rezaba y era un ferviente
creyente. Su fe rebasaba toda expectativa. Era un santo, se decía en el pueblo.
Pero ese día le pidió al diablo que lo deje morir.
73-99. La misa. Todos rezaban. La
devoción era total. Los niños miraban incrédulos. Las mujeres se sacaban el
sombrero y, cuando las palabras del padre Antonio salían esparcidas por el
espacio, todos respiraban nuevos aires. Luego, las campanas sonaban trayendo la
música de ángeles. Ese día, el estruendo superó a la música y los ángeles
salieron volando, dejando al pueblo a merced del demonio. Todos gritaron y sus
gritos quedaron enterrados en la memoria.
100. No le gustaba el pueblo. No le
gustaba su casa. No le gustaba su comida. Sólo quería poder regresar al lugar
de donde vino. Se olvidó de la ruta y nunca más pudo regresar.
101. Estaba de paso y se quedó
maravillado por lo pintoresco del lugar. Decidió quedarse un par de días y ver
que le podía ofrecer. Tantos sitios que conoció… tantas personas y tantas
experiencias. Él y su carro, juntos.
102. Había llorado toda la noche.
Ese día perdió todo lo que quería. Todo se había ido, se había deshecho. Al
amanecer, el alma le dejó de doler. En un largo aliento y en una última
exhalación, todos sus temores la abandonaron.
103-104. El amor lo hicieron juntos.
Habían planificado muy bien esa noche. Querían tener un bebé que se les parezca
a ambos. Ya habían pensado en los nombres: Armando y Lucía. Se grabaron esos
nombres en a cabeza y los escribieron con las uñas mientras trataban de escapar
de la casa.
105. Ya no le quedaba nada. Ni las
ganas de vivir. Sólo le quedaban los recuerdos. Las frustraciones. Los traumas.
Todos quedaron atrás en el preciso momento.
106-109. Tenían que preparar el
cumpleaños de su hijo esa noche. Todo estaba perfecto. No iban a comer por un
par de días para poder darle ese último regalo. Se les escapaba. Sin embargo,
la gran huida triunfal de su hijo se adelantó. Y se los llevó con él. ¿A dónde?
Nadie lo sabe.
“Estamos
parados frente a una tragedia que ha sepultado al pueblo de Nueva Esperanza. Piedras,
barro y agua todavía caen de las serranías. Repetimos, el número de muertos
hasta el momento es de 109. Repetimos, 109 muertos”
Ciento nueve.
Por: Santiago Contreras Soux, Mayo 2009
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